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Muebles El Paisa de Tuluá

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Muebles El Paisa de Tuluá:
un ejemplo de constancia y emprendimiento

Ancizar Duque Gómez empezó arreglando y vendiendo muebles de mimbre, sentado junto al semáforo más concurrido de Tuluá, Valle del Cauca. Hoy, gracias a su personalidad disciplinada y visionaria, consolidó una distribuidora de conglomerados de madera, que no solo es un referente en la industria nacional, sino también un legado para su familia y el sustento de más de 23 personas.


La infancia de Ancizar fue corta. Abandonó la escuela cuando cursaba cuarto de primaria y se fue de casa con solo 12 años. Durante un tiempo, sobrevivió empleándose como jornalero en fincas de la región y trabajando en la tienda de abarrotes de su papá.

Finalmente, el destino lo encontró con 20 años, en 1984, cuando Jaime Mejía lo contrató como quemador de bambú en un taller de muebles. Allí no solo aprendió el arte de tejer el mimbre, también descubrió el camino que lo llevaría a iniciar su propia empresa ocho meses más tarde.

Muebles El Paisa de Tuluá nació en un andén de la ciudad, donde todos los días Ancizar se acomodaba y, a la vista de los transeúntes, arreglaba sillas y mecedoras de mimbre. El nombre de su empresa es un recuerdo de su legado familiar. Su madre, una antioqueña de pura cepa, le heredo su acento, aunque él nació, creció y forjó su empresa en el Valle, por eso, su organización es una unión de las dos regiones que marcaron su historia.

En poco tiempo, viendo la demanda que tenía su idea, se animó a comprar los productos a los artesanos de Sucre para venderlos al por mayor; y, más adelante, abrió un local en Tuluá donde introdujo repisas y otros muebles en su portafolio. “Cada uno crea sus realidades. Si se piensa en positivo, todo fluirá mejor de lo esperado”, repite Ancizar como mantra todos los días. Y la historia le ha dado la razón.

Su negocio ha sido próspero no solo para él sino para las 400 personas que de manera indirecta han podido trabajar en la fabricación de muebles. Entre ellas, 70 almas privadas de la libertad, a quienes llegó a encargarles más de 3.500 repisas por semana. Ancizar, que conoce de memoria el valor del trabajo y de las oportunidades,

encontró la manera de solidarizarse con estos hombres y darles alas para su reinserción en la sociedad.

Este hombre, de inquebrantable espíritu y disciplina férrea que le ha dado su pasión por el ciclismo, ha buscado la manera de siempre seguir creciendo. Por eso, cuando la demanda de mimbre decayó, se dedicó a la fabricación de camas, bibliotecas y alacenas en MDF (aglomerado de maderas); y más adelante, cuando lo vio oportuno, se despidió del mercado de los muebles y transformó a Muebles el Paisa de Tuluá en una empresa distribuidora de tableros a nivel nacional y fabricante de enchapes para aglomerados y otros productos de carpintería.

Para este capítulo, Ancizar necesitó capacitar en los nuevos oficios a 23 colaboradores directos, que le dan vida a la empresa y empujan, desde sus puestos de operación, a la economía del Valle del Cauca. También requirió construir una bodega de 3.500 metros cuadrados como centro de acopio para sus productos; para ello compró un lote y acudió a Bancolombia, que con un crédito Finagro de AgroFácil le prestó el dinero para cubrir la deuda que había adquirido inicialmente con otra entidad. Con el tiempo, Bancolombia le otorgó un segundo crédito, a través de Bancoldex Línea Sostenible Adelante, para comprar una bodega mucho más grande, mucho más moderna y equipada con paneles solares que le permiten trabajar con energías limpias.

Cualquiera pensaría que Ancizar lleva la suerte a cuestas, pero lo cierto es que, aunque no aprendió a leer de corrido, siempre se le dieron los números y jamás le faltó olfato para los negocios. Muebles El Paisa de Tuluá es la empresa de Ancizar pero es también el legado más importante para su familia. Allí trabajan, además de los 23 empleados, su esposa, dos de sus tres hijos -quienes, en homenaje a su padre no solo terminaron la primaria y el bachillerato, también se graduaron en Administración de Empresas- y algunos familiares.

Ancizar sigue enfocándose en hacer crecer su compañía, cada día más comprometida con el medio ambiente y con el progreso de sus empleados, de la región y del país. Por supuesto, un esfuerzo que inspira a sus colaboradores para seguir haciendo de la empresa un referente para Colombia en el mercado de las maderas y conglomerados. Creer en su sueño desde el corazón le ha permitido a Ancizar Duque demostrar que con amor, esfuerzo y constancia se puede salir adelante y aportar al desarrollo de la nación.

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