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IMI,
construyendo un país sin limitaciones

La firma de ingeniería en Cartagena no es solo una de las más sólidas de la región, es también un lugar “donde todos quieren trabajar”. Mauricio Sierra, socio fundador, asegura que la fórmula está en dar oportunidades a quienes las requieran y en romper estereotipos.


Mauricio Sierra, ingeniero cartagenero, recibía mes a mes su sueldo, sin falta. Vivía tranquilo, pero sentía que faltaba una pieza dentro de su trayectoria profesional que le permitiera no solo construir un patrimonio para su familia, sino también tener la oportunidad de aportar al país y mejorar la calidad de vida de otros.

Fue entonces cuando este costeño, que sabe que no todos son días de calma y que algunos vienen con mareas altas y oleajes enfurecidos, decidió lanzarse al mar del emprendimiento. El esfuerzo valió la pena: en 2014 creó con dos socios IMI (Ingeniería, Montaje y Mantenimiento Industrial), empresa de ingeniería civil, dedicada al mantenimiento y reparación de herramientas y equipos de metal.

El mayor orgullo de Mauricio es el Programa de Inclusión Laboral, bandera de IMI, con el que no solo ha podido generar empleo local, sino que, gracias a un interés genuino, se ideó, organizó, gestionó y comenzó a funcionar para vincular a personas que tienen un acceso difícil al mercado laboral. El objetivo es romper estereotipos tanto de género como de limitaciones físicas.

En la empresa, siendo una industria caracterizada por el personal masculino, el 60 % de los cargos en el área administrativa lo asumen mujeres y, en las obras hay tres (una soldadora, una obrera en la especialidad civil y una andamiera). Pronto llegarán 15 más, gracias a la creación de un proyecto de aplicación de pintura industrial enfocado en mujeres que se llevará a cabo en alianza con el SENA.

La nómina de IMI también cuenta con tres personas con limitaciones funcionales. Una de ellas, por ejemplo, tiene solo una mano. Aunque, asegura el ingeniero Sierra: “limitaciones las tienen quienes no son capaces de ver más allá. Aquí no se le cierran las puertas a nadie. Cada cual puede llegar tan lejos como desee”.

Esta política se ha fortalecido con el tiempo: fueron sus empleados quienes le demostraron a Mauricio que, a pesar de las discapacidades, podían desempeñar labores mucho más retadoras que aquellas para las que fueron contratados. Desde entonces, en IMI siempre hay oportunidades para aquellos a quienes les sobren las ganas de trabajar. Esto lo reconocen los 350 empleados directos y 60 indirectos con los que cuenta la compañía y quienes saben que un buen trabajo no se reduce solo a un sueldo, sino a la satisfacción de sentirse respetados y valorados. A su vez, este pilar ha llevado a un aumento del 20 % en la productividad de la empresa, ya que la gente motivada trabaja mejor.

Mauricio y sus socios han sabido sortear todo tipo de olas en el negocio; bajas y altas. Pero, hace un alto y dice: “Bancolombia ha sido un socio estratégico para la compañía, porque siempre que llega un nuevo proyecto, en el que necesitamos de su ayuda, nos ha respaldado con asesoría financiera”. Al inicio, IMI contó con un crédito rotativo y hoy cuenta con otros productos del banco: tarjetas de crédito, leasing, cuenta corriente, nómina, cesantías, entre otros.

De esta forma, los socios de IMI tienen la tranquilidad de seguir poniendo ladrillos en sus proyectos, pero también continúan fortaleciendo los cimientos de humanidad y apoyo que necesita la comunidad. Lo que es congruente con su lema: “hacer de IMI el lugar donde todos quieren trabajar”. Sin lugar a dudas, la labor de Mauricio y de todos los colaboradores de la empresa es una muestra clara de las ventajas que tiene seguir los sueños desde el corazón.

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