Maxti Café,
dulces para llevar al país en el corazón
¿Cómo crear un producto que representara al Eje Cafetero, pero de una manera totalmente distinta? Esa fue la pregunta que se hizo Beatriz Franco hace 20 años y hoy conoce de sobra la respuesta: combinando cacao y granos de café en más de 12 presentaciones distintas: dulces, arequipes, turrones, entre otros. Hoy tiene 112 empleados, vende a nivel nacional y exporta a Estados Unidos. Además, les da una mano a los animales callejeros.
Beatriz Franco, zootecnista de 44 años, fue desde siempre una apasionada del campo. Sobre todo, del café y el cacao que revisten las fértiles tierras pereiranas donde nació. Pero, a Beatriz, además, se le había metido en la cabeza que quería diseñar un producto que representara a su región, pero de una manera distinta y altamente atractiva para los miles de turistas que llegan, mes a mes, al Eje Cafetero.
En 2003 dio vida a Maxti Café. Lo hizo en la cocina de su casa, donde hacía muestras de productos masticables de café cubiertos de chocolate y envueltos en un vistoso empaque que simulaba una cajita de fósforos. En principio, vendía entre amigos, pero el voz a voz, esa infalible herramienta de mercadeo, fue transpasando fronteras y, hoy, 20 años más tarde, su historia es muy distinta.
Beatriz le atribuye el éxito de su compañía a varias cosas: la disciplina, la perseverancia y a la constante innovación. Poco a poco, fue contratando ayudantes e incluyendo envolturas eco amigables y nuevos productos a su portafolio: alfajores, galletas, turrones, caramelos, arequipes, panelitas, suspiros, línea sin azúcar añadida, entre otros. Abrió mercado y empezó a distribuir entre hoteles, parques temáticos, tienda de artesanías, aeropuertos y estaciones de buses. “Mi producto está pensado en los turistas, así que debo ir donde ellos están”, afirma.
Hoy en día cuenta con 112 empleados, 98 de ellos con contratación directa; cobertura a nivel nacional; y desde hace año y medio también exporta a Estados Unidos. Tiene dos bodegas que funcionan como planta de producción y centro de operaciones, y tres puntos de venta en Risaralda, donde los clientes pueden acompañar un gran café con la exquisita dulcería.
Por supuesto, cuenta con un aliado que ha estado con ella incluso desde antes de fundar Maxti Café: Bancolombia. “Tenía mi cuenta personal con el banco; después abrí la cuenta empresarial. Con Bancolombia pago la nómina de los empleados y he tenido créditos de libranza, entre otros productos. Pero, sobre todo, el leasing ha sido mi salvación ya que me permitió importar una máquina empacadora desde China, hace siete años; y una dosificadora de Chocolate, desde Brasil hace dos: herramientas indispensables para mi trabajo”.
Beatriz es una mujer alegre, trabajadora, de risa fácil y extremadamente generosa. Maxti Café le ha abierto las puertas a jóvenes sin experiencia que han podido hacer carrera dentro de la compañía y completar sus estudios, ya que les ayuda con el 10 % del valor de la matrícula; también a personas mayores de 70 años, poseedores de valiosa experiencia.
Así mismo, da trabajo a siete mujeres, madres cabeza de familia, que tejen desde sus talleres empaques de yute y costal. “Este trabajo es esencial para estas mujeres, que cuidan niños pequeño o nietos, y no tienen con quién más dejarlos”. Finalmente, como parte del aporte inmenso de esta compañía se encuentra la Fundación Maxti Mascotas, que desde 2010, esteriliza gratis entre 8 y 15 gatos y perros por mes, para personas de estratos 1 y 2. Además, pone bebederos y comederos gratuitos para los perritos de la calle. Sin duda, Maxti Café es una compañía que nace desde el corazón y que refleja con cada acción su interés genuino por el desarrollo y progreso de su comunidad.