Sandra Muñoz:
un emprendimiento que salvaguarda la tradición artesana
Sandra Muñoz Artesanías trabaja con 150 familias de Usiacurí, Atlántico, y de las veredas y corregimientos aledaños. Hace unos años, los jóvenes de este municipio no veían otro futuro posible que el trabajo que les ofrecían las grandes ciudades, lo que parecía una condena anticipada a la desaparición de la tradición artesana. Sin embargo, la proyección internacional de negocios como el de Sandra Muñoz han recuperado el interés de las generaciones más jóvenes, que ahora participan de este legado y lo renuevan de acuerdo con las necesidades de nuestro tiempo, consolidándolo como el eje económico y cultural de Usiacurí.
Desde que tiene memoria, Sandra Muñoz ha vivido rodeada de artesanos. Heredó la pasión por este oficio de sus padres y abuelos, que, como buena parte de la población de Usiacurí trabajaban la palma de iraca para tejer canastos, bolsos y toda suerte de accesorios.
A sus 16 años tuvo la oportunidad de formarse de la mano de grandes marcas de diseño que iniciaron programas de capacitación en su municipio, y luego ganó un concurso que le permitió presentar sus productos en una feria en Bogotá. La experiencia resultó ser más definitiva de lo que cualquiera hubiera esperado, pues tras haber comprobado que había mercados nacionales e internacionales interesados en sus productos, quedó sembrada la idea de crear su propia empresa.
Al comienzo trabajó con su madre, sus tías y sus primas, y con ayuda de un crédito de Bancolombia, las mujeres artesanas pudieron abastecerse con la materia prima necesaria para poner en marcha la producción. En la medida en que el negocio fue creciendo y los clientes hicieron pedidos cada vez mayores, el banco respaldó las operaciones, que por momentos sobrepasaban las capacidades económicas de la compañía. Hoy Sandra se abre nuevos caminos a través de redes sociales y otros canales digitales que garantizarán su permanencia en el mercado. Y a la vez que este proceso ocurre en la comunidad, se replica al interior de la familia de Sandra. Su hijo mayor, de 19 años, estudia actualmente Administración de Empresas con la intención de manejar la empresa llegado el momento, mientras que Sandra espera que el menor, de apenas dos años, pronto pueda sumarse a ese tejido material y social que lleva en la sangre.