“Para realizar un sueño, solo hay que tenerlo”
Leide Marcela Suárez ha trabajado sin tregua por darle a su hijo, Jonathan David, una vida digna. Quiso que pudieran vivir, los dos -como única familia-, en un hogar propio. Buscó varios empleos, accedió a un subsidio de vivienda y a un crédito habitacional y, después de mucho esfuerzo, vio recompensada su lucha. Su historia es también la de muchas mujeres, madres cabeza de familia, en Colombia.
Leide Marcela Suárez , madre soltera de 36 años, cada noche al cerrar los ojos, y también de día con ellos abiertos, soñaba con una casa propia y la tranquilidad de saber que su hijo, de 15 años, contaría con un techo seguro para vivir.
En 2016, cuando trabajaba como auxiliar docente y administrativa en Primera Infancia del ICBF, descubrió una oportunidad de vivienda a través de la caja de compensación. Pero, en su caso, no contar con un núcleo familiar de tres personas (padre, madre e hijo) complicaba el asunto. Solo fue hasta la segunda convocatoria en la que participó que logró acceder al subsidio para vivienda de interés social. La alegría fue enorme. Los ojos se le llenaron de lágrimas y el corazón se le hinchó de emoción porque su sueño parecía cada vez más cercano.
Sin embargo, fueron varios los tropiezos con los que tuvo que lidiar en el camino. Para empezar, encontrar un proyecto de construcción en el pequeño municipio de San Roque, al norte de Antioquia, con un casco urbano de solo 6.000 personas, fue todo un reto. Peor aún, el plazo de un año para acceder al subsidio se agotaba y su angustia iba en aumento.
Cuando por fin encontró el proyecto, tuvo que acudir al alcalde del municipio para que intercediera por ella ante la constructora y le separaran un cupo. Y, cuando ya todo parecía estar en marcha, la constructora que daría inicio a la obra le pidió a Leide Marcela, además del dinero del subsidio, un monto adicional con el que ella no contaba.
Sintió miedo y las fuerzas le flaquearon, pero cuando se sueña en grande, no hay obstáculo que resulte imposible. Bancolombia estaba dentro de las entidades financieras que tenían convenio con la constructora, así que Leide Marcela se acercó a la oficina más cercana, en Puerto Berrío, Antioquia. “Allí encontré a un ángel”, dice, al recordar cómo la asesora le brindó acompañamiento financiero, a ella y a otras 80 familias, y la llevó de la mano hasta conseguir el crédito habitacional que necesitaba. Uno de los requisitos era demostrar mayores ingresos. Para eso, Leide asumió, sin dudarlo, un segundo empleo durante los fines de semana como vigilante de una empresa de Medellín y se mantuvo fuerte durante las largas jornadas laborales.
El 27 de septiembre de 2021, Leide recogió en el colegio a su hijo y lo llevó hasta un conjunto residencial donde se erguían seis torres distribuidas en tres etapas. Jonathan David, ingenuo, pensó que iban a revisar la obra y a seguir con la costumbre de imaginar por minutos cómo se vería algún día su hogar terminado. Para él hubiera sido imposible adivinar que, al llegar, una señora le entregaría las llaves de su nuevo apartamento.
“¡Qué alegría la de los dos! Mi trabajo de tantos años, las noches sin dormir, la constancia y el apoyo brindado por la alcaldía y Bancolombia nos permitieron ese día obtener nuestra casa. ¡Nuestra propia casa! ¡El legado que ahora puedo dejarle a mi hijo!”, afirma Leide, con el corazón latiendo sin freno y la voz entrecortada. La vida compensó sus esfuerzos, sus angustias y les permitió saborear el triunfo. “Para realizar un sueño, solo hay que tenerlo”, fue la lección que aprendieron y que se repiten a diario para no desmoronarse cuando aparecen otras dificultades. O cuando llegan nuevos retos, como el de ir arreglando poco a poco el apartamento a su gusto, con acabados, con muebles, con esos detalles que lo hacen propio, y para lo que también Bancolombia ha estado a su lado, otorgándole un nuevo crédito de reforma.