Empresas B: ¿qué son y cómo redefinen los negocios?
Las empresas B no solo persiguen rentabilidad económica: también desean resultados sociales y ambientales. Quieren resolver problemas sociales y ambientales con la misma intensidad con la que buscan resultados económicos favorables. Son empresas con objetivos de «triple impacto»: económico, social y ambiental.
Dar respuesta a problemas sociales y ambientales es un compromiso que estas empresas asumen voluntariamente: lo incorporan en sus estatutos y lo asumen legalmente. Es una nueva visión empresarial, en la que no solo se crean y comercializan productos y servicios con buenas prácticas sociales y ambientales, sino que las buenas prácticas se trasladan a sus stakeholders: colaboradores, proveedores y demás grupos de interés.
"Hay una generación de emprendedores y partes interesadas que quieren que las empresas sean algo más que generación de dinero", explica Andrew Kassoy, uno de los tres fundadores de B Lab, organización que dio origen a las empresas B. "Quieren que los negocios tengan algún tipo de propósito. Nos gusta decir que se ha convertido en un movimiento global de empresarios que están tratando de redefinir el éxito en los negocios".
La filosofía que inspira a las empresa B es, a su vez, una redefinición de la economía empresarial. Las empresas utilizan sus recursos, influencia y poder de mercado para producir cambios. Resuelven los problemas dentro de sus posibilidades como empresas. Su filosofía es ser las mejores para el mundo, no las mejores del mundo.
Origen de las empresas B: fundación de B Lab y certificación B Corp
Los empresarios estadounidenses Jay Coen y Bart Houlahan son los otros dos fundadores de B Lab. En 2006, ambos acababan de vender la marca de calzado y vestimenta de baloncesto AND1 por 250 millones de dólares. La venta era una orden: recibieron una oferta de un fondo de inversión que tenía que ser aceptada de acuerdo con sus normas de responsabilidad fiduciaria. Si la venta maximizaba las ganancias de los accionistas, entonces había que venderla.
Los nuevos compradores eliminaron los programas sociales y medioambientales de la empresa. Esa decisión hizo que Coen, Houlahan y el inversionista privado de Wall Street, Kassoy, crearan una organización que reconociera la labor de las empresas que pensaran en una gestión responsable, más allá de su rentabilidad financiera: B Lab.
B Lab es una comunidad que agrupa a empresas responsables. Otorga la certificación “Empresa B” (B Corp, en inglés) y promueve cambios legislativos para apoyar a este nuevo modelo de empresa.
En Latinoamérica la economía empresarial que se preocupaba por el bienestar de las personas y la sociedad fue tan significativa que, en 2012, necesitaba su propia plataforma de registro, fomento y promoción de estas compañías. Así surgió “Sistema B”.
Sistema B: llegada de la certificación a América Latina
Sistema B es el aliado de B Lab para apoyar el surgimiento de este tipo de empresas en América Latina. Sus fundadores son Pedro Tarak, Juan Pablo Larenas, Gonzalo Muñoz y María Emilia Correa, quienes se inspiraron en la organización norteamericana.
El sistema B tiene más de 500 empresas certificadas en casi todos los países latinoamericanos. Es un número significativo, si se toma en cuenta que la primera certificación se emitió en 2012, otorgada a la chilena Triciclos. “Hoy los únicos países que no tienen un ecosistema representado por sistema B son Bolivia y Venezuela”, explica Juan Camilo Potes, director ejecutivo del Sistema B en Colombia.
Características de las empresas B
Pasos para certificarse
Una empresa B debe ser evaluada por B Lab, que determina si la empresa cumple voluntariamente los estándares de responsabilidad, transparencia y desempeño social y ambiental.
El certificado como empresa B mide y reconoce el impacto positivo de una empresa, bien sea por su modelo de negocio, sus políticas o sus prácticas. La evaluación identifica las actuaciones positivas y ofrece oportunidades de mejora para los aspectos que lo requieran. Estos son los pasos para conseguir la certificación:
Realizar la evaluación. Las empresas deben registrase y realizar una evaluación en línea. Son más de cien preguntas para evaluar cinco áreas: gobernanza, modelo de negocios y prácticas ambientales, laborales y sociales. Es necesario obtener una puntuación mínima de 80 puntos (sobre 200) para optar por la certificación. “Se les pide a las empresas que respondan desde la realidad, no desde el querer ser ni el deber ser sino de lo que son hoy como empresa”, apunta Potes. “El primer compromiso es absoluta honestidad y transparencia, ya que es más fácil cuando la empresa de manera independiente identifica esas brechas que pueden llegar a tener en términos de impacto social y ambiental para hacerles seguimiento”. Pautar la revisión. La empresa recibe los resultados y la asesoría por parte del sistema de certificación. Si obtuvo el puntaje mínimo, B Lab agendará una revisión con la documentación de respaldo de la empresa. Firmar documento de términos y condiciones. La empresa acepta las obligaciones y los derechos como empresa B y se une oficialmente a la comunidad. Modificar los estatutos. La empresa debe cambiar los estatutos a fin de consagrar sus compromisos sociales y ambientales. Esto diferencia a las empresas B de las empresas estándar. “En casi todos los países del mundo, los estatutos de una empresa están condicionados por una cláusula llamada responsabilidad fiduciaria, que aduce que la obligación principal del gerente de la empresa es maximizar los rendimientos financieros de todos sus accionistas a cualquier costo, no importa si eso implica generar impactos negativos a nivel social y ambiental”, explica Potes. “Cuando una empresa B amplía el deber fiduciario busca poner los rendimientos financieros y la solución de problemas sociales y ambientales en igual proporción”. Pagar la certificación. La certificación se paga anualmente; el importe varía según la facturación y el tamaño de la empresa. El pago mínimo es de 500 dólares y el máximo de 25.000. Una vez conseguida la certificación como empresa B, el trabajo continúa. La empresa debe evaluar continuamente su desempeño y trabajar a favor de todas las partes. También debe renovar la certificación cada dos años. “Cuando una empresa se recertifica tiene que demostrar que ha implementado mejoras y es mejor que cuando se certificó como empresa B”, añade Potes. “Es un proceso permanente en el que buscamos que las empresas intenten siempre innovar y ser mejores”.
El informe de Impacto B de cada compañía se puede ver en línea, de manera que los consumidores puedan ver en qué lugar de la clasificación se ubica una compañía con respecto al triple impacto.
Bancolombia: pionera en la región
Bancolombia fue la primera empresa latinoamericana en implementar un programa que invitara a sus proveedores y clientes pymes a medir los impactos sociales y ambientales de sus actividades, en conjunto con Sistema B y B Lab. El programa lleva por nombre “Mide lo que importa”, con el que se evalúa y se mejora el impacto de la cadena de valor de una empresa. Es la misma herramienta de autoevaluación que se usa para obtener la certificación como empresa B.
Luego de esta experiencia, las tres organizaciones continúan trabajando en conjunto para que las personas y el medioambiente tengan la misma importancia que los resultados económicos, y para ayudar a las empresas que quieren mejorar su propuesta de valor y aportar soluciones a los problemas sociales y ambientales.
La iniciativa de Bancolombia es una novedad en América Latina: sus proveedores y clientes pymes pueden ser parte del ecosistema de soluciones sin tener que ser empresas B certificadas.
Las compañías que comparten y ponen en práctica esta nueva visión empresarial y económica:
“La tendencia global de mercado es que 76% de los consumidores están dispuestos a pagar más por una empresa que tenga impacto positivo en la sociedad, y las empresas B se están convirtiendo en pioneras de un movimiento que genera una complicidad distinta con sus consumidores”, agrega Potes.
Para más información, las empresas pueden ingresar a www.sistemab.org.
Recuerda:
Una división tradicional de las actividades sociales y económicas señala que las empresas solo deben crear valor económico, las organizaciones no gubernamentales y la sociedad civil velar por los problemas sociales y ambientales, y los organismos gubernamentales medir el impacto.
“Antes, cuando uno hablaba de solucionar los problemas de origen social y ambiental, se delegaba al gobierno o al tercer sector. Las empresas pagaban impuestos y el operador de esos impuestos, que es el gobierno, daba solución a los problemas. Otra forma en que las empresas podían ayudar era a través de la filantropía o los modelos de responsabilidad social”, cuenta Juan Camilo Potes. “En las empresas B, su principal razón de existir es la solución de problemas sociales y ambientales, por lo que las utilidades o la riqueza son una consecuencia de generar valor para la sociedad en términos de impacto social-ambiental. La generación de riqueza es resultado de un propósito superior”.
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Resumen: Las empresas B tienen entre sus propósitos la solución de problemas sociales y ambientales.
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