Aluminios Buenaventura
El hombre que impulsa
la educación y el progreso en Buenaventura
Todo el mundo conoce a Manuel Castillo en Buenaventura. En el puerto, es el hombre en el que los empresarios confían para almacenar los contenedores y manejar la logística de inventarios. Y en los barrios populares, es a quien abrazan los niños agradecidos porque invierte en su educación y está siempre presto a dar una mano para patrocinar a sus equipos deportivos.
Manuel Castillo se ha hecho a pulso. Nació hace 67 años en el barrio popular Sor Vásquez de Buenaventura. Sin embargo, ni ese factor ni el no haber contado con educación profesional fueron impedimento para que sobresaliera como emprendedor y forjara un buen futuro para su familia, uno en el que ayudar a su comunidad ha sido el norte.
De joven aprendió a trabajar el aluminio, debido a su paso como empleado en ferreterías de la ciudad. Aunque el sueldo nunca fue generoso, Manuel aprovechó el aprendizaje obtenido y en 1980 se animó a abrir Taller Panamericano, una pequeña cerrajería.
De aquella experiencia, descubrió sus aptitudes innatas para las finanzas y la administración, y en 2001 asumió el reto de abrir, junto con su esposa, María Ángela Alomia, Aluminios Buenaventura, una compañía comercializadora del producto para la costa pacífica colombiana, con oficina en Cali.
Si bien, el destino le arrebató a su esposa en el año 2021, Manuel y María Ángela fueron siempre un buen equipo y construyeron un gran legado. Un claro ejemplo de ello es lograr que sus nueve hijos sean todos profesionales, gracias a las ganancias de fundar negocios prósperos. En 2007 inauguraron Castillo y Alomia Group, dedicada al alquiler de espacios a compañías que requieren almacenar contenedores y mercancía tras su ingreso al puerto de Buenaventura.
En 2019 vieron otra oportunidad de negocio: sus clientes no solo solicitaban espacio, también necesitaban de alguien con experiencia que pudiera administrar la gestión de inventarios. A esta nueva empresa la llamaron Enturnamiento y Logística Buenaventura ELB y hoy es Robert Simón Alomia Vásquez,
hijo de un hermano de María Angela y que ellos criaron como propio, quien está al frente.
Para Manuel, Bancolombia ha sido parte de su historia desde el año 1980, cuando abrió una cuenta de ahorros al iniciar su vida como emprendedor en el Taller Panamericano. “Desde aquel origen, el banco y sus gerentes han estado detrás del desarrollo y del progreso no solo de mis compañías, a las que han asesorado y financiado en momentos determinantes, sino de toda la región y del país”, dice con honestidad.
Entre los muchos productos que ha tenido desde entonces con Bancolombia recuerda que, en el año 2009, el banco le prestó para comprar el lote donde operaría Castillo y Alomia Group; en 2019 para traer desde China una máquina fabricadora de tejas; y este año, le ayudará con la financiación de su más reciente proyecto: un lote de 40 hectáreas para ofrecer sus servicios portuarios a nivel internacional. Una empresa con la que espera generar más de 2000 empleos directos en el Valle del Cauca.
Actualmente, entre las tres compañías, Manuel genera 150 empleos directos. Sus aportes a la región han permitido que otras empresas importadoras, al confiar en su labor logística, produzcan mayor crecimiento social y económico en Buenaventura. Pero Manuel va más allá: no olvida sus orígenes y siempre ha buscado dar una mano a sus coterráneos.
Entiende mejor que nadie el valor de la educación y de trabajar desde el corazón, por eso no solo es el hombre de confianza que se ha ganado el respeto de los empresarios del puerto, es también un amigo cercano y generoso para los más necesitados en la ciudad. Gracias a sus tres compañías, 150 familias tienen buenos ingresos y calidad de vida.
Pero, además, aporta, en compañía de la Sociedad Portuaria, para que más de 20.000 niños aprendan inglés a través de los núcleos educativos de la ciudad. Así mismo, está pendiente de patrocinar con uniformes a los equipos de estos chicos en diversas disciplinas: fútbol, baloncesto, natación, atletismo, ajedrez y dominó. Una juventud saludable y educada es quizás la única garantía para que la sociedad transite en paz sobre los rieles del progreso.
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