La sostenibilidad empresarial: clave para la reactivación económica
Se les agota el tiempo a los plásticos de un solo uso en el país. Ante las normas cada vez más restrictivas en esta materia, fabricantes y usuarios de estos productos ya están adoptando prácticas que les permitan reemplazar este tipo de insumos por otros más amigables con el ambiente. Te contamos todo lo que debes saber sobre el tema.
La información que te compartimos aquí es simplemente material informativo que ofrecemos a los negocios.
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Es responsabilidad de los lectores y negocios el cumplimiento de la normatividad que le sea aplicable y la verificación de su vigencia.
Contenido del artículo
- ¿Cuáles son los plásticos de un solo uso y por qué sustituirlos?
- Reducir los plásticos de un solo uso, tendencia nacional
- Bogotá se compromete con la reducción de plásticos de un solo uso
- ¿Reutilizables, reciclables, biodegradables o compostables?
- Purabox: desechables ciento por ciento biodegradables
- Takami: en proceso de reducir su impacto ambiental
- El rol del consumidor en la protección ambiental
¿Cuáles son los plásticos de un solo uso y por qué sustituirlos?
Los plásticos de un solo uso son aquellos diseñados para que se utilicen una sola vez y luego sean desechados. Los más comunes son los recipientes utilizados para empacar o envasar alimentos preparados en el sitio, para llevar o consumir -incluidos los productos fabricados en poliestireno expandido (icopor)- que tienen una corta vida, tales como: platos y bandejas, vasos y botellas, cuchillos, tenedores y cucharas, pitillos y mezcladores, bolsas y empaques de comida para llevar.
¿Por qué deberían ser sustituidos estos plásticos? Según la ONU, para 2025, habrá en el mundo suficiente plástico para cubrir cada metro de costa con 100 bolsas, y para 2050 habrá más plástico que peces en los océanos.
Veamos otras cifras globales y nacionales que permiten dimensionar el panorama:
Reducir los plásticos de un solo uso, tendencia nacional
Desde el Gobierno Nacional, específicamente desde el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, se han generado iniciativas con el fin de lograr que, a 2030, el 100 % de los plásticos que circulen en el mercado sean reutilizables, reciclables o compostables.
El primer paso para lograr esa meta será conseguir que, a 2023, los empresarios hayan avanzado en la sustitución de plásticos en las etapas de producción, distribución y comercialización. A 2025, se espera que el 25 % de los productos sean fabricados con materiales sostenibles y reciclados, para conseguir que los desechos plásticos sean usados como insumos por otras industrias.
Paralelamente, el Gobierno ha avanzado en medidas como prohibir el ingreso de plásticos de un solo uso al sistema de Parques Nacionales Naturales de Colombia y desarrollar 27 proyectos piloto colectivos de gestión de envases y empaques. Estos están enmarcados en la reglamentación de la gestión ambiental de residuos de envases y empaques de papel, cartón, plástico, vidrio y metal.
Amparados en la normativa nacional, varios departamentos y municipios de Colombia ya tomaron la delantera y empezaron a fomentar la reducción de plásticos de un solo uso en sus territorios. Este es el caso de San Andrés, Boyacá, Guatapé, y Urrao, entre otros.
Bogotá se compromete con la reducción de plásticos de un solo uso
A nivel regional, la Alcaldía de Bogotá es una de las que está tomando el liderazgo sobre el tema. Bajo la premisa de que el ejemplo comienza por casa, expidió el Decreto 317 de agosto de 2021, que establece medidas para reducir progresivamente la adquisición y consumo de plásticos de un solo uso en entidades y entes de control del Distrito, alcaldías locales y Concejo de Bogotá.
El objetivo es que la transición se haga de forma gradual para no generar impactos económicos negativos en el sector y atender la demanda de plásticos al tiempo que se trabaja en el desarrollo de alternativas sostenibles, la reducción de residuos dañinos para el medio ambiente y una mejora de las condiciones ambientales actuales.
Lo anterior implica retos tanto para las entidades como para las empresas que participan en las compras públicas. En el primer caso, deben considerar que todos los eventos que organicen, sean públicos o privados, sigan las directrices sobre el uso de plásticos. Además, deben incluir en el Plan Institucional de Gestión Ambiental (PIGA) su meta de reducción anual.
Por otro lado, los terceros o compañías que deseen participar en las compras públicas están llamados a repensar sus modelos de negocio, pues también deben ceñirse a criterios de sostenibilidad, sobre todo si se tiene en cuenta que la meta es que a 2028 todas las entidades incluidas en el decreto tendrán que haber reducido el 100 % de plásticos de un solo uso.
Se exceptúan de la norma los plásticos usados en la prestación de servicios médicos y carcelarios, la contención de sustancias químicas que representan riesgos para la salud humana y la ejecución del Plan de Alimentación Escolar (PAE) del Distrito.
¿Reutilizables, reciclables, biodegradables o compostables?
Esta nueva normativa pone sobre la mesa una antigua discusión con respecto a cuál de los usos de los elementos o envases de plástico resulta más amigable para el medio ambiente. Este es un tema clave tanto para los empresarios como para los consumidores conscientes que se fijan en estas características al momento de elegir.
Al respecto, cabe aclarar que la producción de plástico depende de los hidrocarburos fósiles. De acuerdo con la Alcaldía de Bogotá, estos son recursos no renovables que, al ser sometidos a procesos de combustión, generan emisiones de gases de efecto invernadero. Además, no son biodegradables, por lo que terminan obstruyendo ríos, quebradas, alcantarillas y ecosistemas.
En ese contexto, los negocios y los consumidores pueden optar por los productos de plásticos reutilizables. Es decir, los que pueden tener un segundo uso, sin que al hacerlo se pongan en riesgo la salubridad y la higiene. Un ejemplo son los contenedores de comida que tras lavarse pueden convertirse en materas. Sin embargo, en Colombia esta cultura es escasa, por lo que la mayoría de los productos plásticos terminan en los cestos de basura.
La segunda opción es reciclar los productos plásticos o PET (politereftalato de etileno) para darle al plástico una segunda vida al ser transformado como insumo para otra industria. El inconveniente radica en que poco se acude a esta figura. Según estimaciones de Acoplásticos, de 12 millones de botellas que salen al mercado a diario solo se reciclan 3 millones, un porcentaje que está muy por debajo de la demanda real.
La tercera alternativa son los productos biodegradables. Es decir, los elaborados en materiales como el papel que, al tener una vida más corta, se descomponen de forma natural en menor tiempo que el plástico y, por ende, resultan menos contaminantes. Además, su producción requiere de un menor consumo de energía con respecto al que se utiliza en la producción de productos elaborados en otros materiales.
Finalmente, están los compostables, que son similares a los biodegradables porque se descomponen de forma natural o por acción del hombre, pero se diferencian en que están elaborados con materiales que terminan sirviendo como abono orgánico para la tierra. Hacen parte de este grupo los desechos vegetales. Por lo tanto, no contaminan como sí lo hace el PET, que requiere de procesos más dispendiosos para ser transformado.
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Purabox: desechables ciento por ciento biodegradables
La inquietud que siempre tuvo por los temas ambientales condujo a la ingeniera industrial María Claudia Gómez a crear Pura Imagen, una empresa especializada en la impresión digital en gran formato en materiales biodegradables con tintas amigables con el medio ambiente, una novedad frente al uso excesivo de plástico que se suele emplear en eventos comerciales y ferias.
“Mi papá, que es ingeniero químico, me explicaba que es muy difícil reciclar este plástico porque existen tantas mezclas posibles de materiales para generarlo que tendría que haber el mismo número de procesos químicos para transformarlo y, entonces, resultaría más costoso ese proceso que la misma producción”, recuerda la empresaria.
Sus preocupaciones ambientalistas también la llevaron a vender cubiertos que no fueran de plástico. “Un día vi una cucharita de madera y me propuse promover su uso”, cuenta. Hizo la investigación de mercado e importó el primer contenedor de cubiertos y mezcladores de madera en 2016. Su primer cliente fue Juan Valdez y, en adelante, comenzaron a llegar más. Unos querían migrar a otros materiales porque lo decía la ley, otros porque sabían que era lo correcto, otros porque esa era la estrategia corporativa de sostenibilidad, y otros porque les nacía. Así nació Purabox, una marca de Pura Imagen que hoy es líder en el segmento de desechables biodegradables.
“Esta categoría es grande y su sustitución implica combinar todas las formas de lucha. A los cubiertos siguieron los vasos, tazones, contenedores, pitillos, bolsas, protectores de calor, cajas de pizza y portavasos. Es difícil tenerlo todo, pero buscamos ser integrales frente a clientes comerciales que quieren migrar a esquemas biodegradables”, afirma Gómez.
Uno de ellos es Selva Nevada SAS, empresa de alimentos naturales que, desde su creación en 2007, usa ingredientes naturales que buscan agregar valor a los productos forestales no maderables, creando así un incentivo de protección de los bosques, y evita el consumo de plásticos u otros residuos sólidos o líquidos que puedan afectar el medio ambiente: “Por razones de inocuidad no hemos podido reducir el plástico en un 100 %, pero tenemos aliados como Purabox para sustituir el plástico por el cartón. En la actualidad, el 53 % de los cubiertos o recipientes que usa la empresa son biodegradables”, afirma Catalina Álvarez, gerente administrativa.
Takami: en proceso de reducir su impacto ambiental en domicilios y “take out”
Takami, empresa que agrupa a restaurantes como Cacio & Pepe, Osaki, Sipote, Central Cevichería, 80 Sillas, entre otros, se encuentra en el proceso de transición hacia materiales más sostenibles de forma progresiva. Así lo explica Juliana Lugo Jaramillo, directora de Sostenibilidad y Consciencia de la compañía.
Su apuesta por reducir el uso de plásticos de un solo uso se activó hace cinco años, con el propósito de buscar empaques cuyo ciclo de vida tuviera un menor impacto en el ambiente, pero mantuvieran una funcionalidad óptima que permitiera ofrecer la misma calidad y propuesta de valor a los clientes. Desde entonces, se enfocó en las soluciones aprovechables, principalmente. En ese sentido, algunos de sus aliados han sido Purabox, Piario, Compostpack, entre otros.
Como parte de esta apuesta, inicialmente, se propuso reducir el número de las referencias de empaques que estaba usando y poniendo en el mercado a través del canal de domicilios y “para llevar” y, posteriormente, migrar a materiales de menor impacto. “Entendimos -recuerda Lugo Jaramillo- que debíamos asumir riesgos y salir de la zona de confort en la que estábamos antes para ser parte de la solución y generar cambios internos y con nuestros clientes”.
Gracias a este cambio de mentalidad, logrado mediante un trabajo en equipo en el que participan las áreas de domicilios, compras, innovación y sostenibilidad apoyadas por los gerentes de marca, en 2020 Takami redujo su uso del plástico en 51 % y de caucho en 99 % con respecto a 2018, y de icopor en 98 % con respecto a 2019. Además, disminuyó el uso de papel parafinado no reciclable en 45 %. Así mismo, pasó de usar 12,88 kilos de bolsas plásticas compostables en 2019 a 3.914 kilos en 2020. Este crecimiento se explica porque antes de la pandemia, no se debía usar una bolsa encima de la de papel, pero dada la obligatoriedad que se impuso por el COVID-19, la empresa eligió bolsas de material compostable. Igualmente, incrementó el uso de materiales reciclables como cartón en 175 % y papel en 16 %. Así, en 2020, el 53 % de material de empaque correspondió a papel, el 23 % a cartón, el 5 % a compostable y el 4 % a otros. Solo el 15 % correspondió a plástico rígido.
“El impacto de nuestro programa de Domicilios Verdes, ha tenido un impacto positivo y buena acogida por parte de nuestros clientes, pues también son conscientes de la necesidad apremiante de generar este tipo de cambios y con esto buscamos generar iniciativas de responsabilidad compartida entre ellos y la empresa”, explica la directora de Sostenibilidad y Consciencia de Takami; de esta manera la empresa pone sobre la mesa otro eslabón clave en la cadena de sustitución del plástico de un solo uso: los consumidores.
El rol del consumidor en la protección ambiental
El consumidor es otra pieza importante dentro de este proceso de transformación, pues al momento de comprar un producto o servicio, ya no solo se valoran sus características intrínsecas.
De hecho, según un estudio de la firma colombiana Voce, el 63 % de consumidores colombianos valora que sus procesos de compra y entrega sean fáciles, un 56 % prefiere que lo que adquiere aporte a su bienestar y un 55 % elige lo que aporte a la sostenibilidad ambiental.
Además, teniendo en cuenta que es el consumidor el que debe asumir el costo de las bolsas plásticas en los supermercados, por ejemplo, muchos están migrando al uso de bolsas elaboradas con materiales reciclables o, incluso, a la reutilización de bolsas de papel.
“Es más costoso limpiar el medio ambiente que usar empaques biodegradables. Por eso, la idea es que el mayor porcentaje lo sean y que únicamente se use plástico por motivos de bioseguridad o cuando ofrece beneficios de desempeño; por ejemplo, al empacar ciertos artículos, pues ofrece barreras de protección que otros materiales no”.
María Claudia Gómez, gerente de Purabox.
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