Algunos titanes de Wall Street advierten sobre el aumento de los precios por los compromisos climáticos
The New York Times Company31-03-2022
Los líderes de algunas de las firmas financieras más grandes del mundo aseguran que la prisa por la transición a las energías limpias podría traer consecuencias no previstas en la economía global.
GLASGOW — Al fin parece que las grandes empresas están tomando en serio la crisis climática. Después de pasar años como observadores al margen, los directores ejecutivos de los bancos, las empresas y las firmas de inversión más grandes del mundo ocuparon un lugar en el centro del debate en la COP26.
En días recientes, bancos, gestores de activos y aseguradoras se comprometieron a usar billones de dólares para cumplir los objetivos de cero emisiones, mientras los fondos de pensiones y otros grandes inversionistas se están movilizando para desinvertir billones de dólares en la industria de los combustibles fósiles.
No obstante, algunos de los líderes de las firmas financieras más grandes del mundo —entre ellos algunos de los que hicieron compromisos en la cumbre climática de Glasgow— están advirtiendo que la prisa por una transición rápida para alejarse del sistema energético alto en carbono podría desencadenar consecuencias no previstas que pondrían en riesgo la recuperación económica del mundo a corto plazo.
Aunque por el momento algunas de sus inquietudes son en esencia especulativas, señalan que invertir menos en la producción de combustibles fósiles podría disparar los precios de la energía y que la desinversión podría dificultar más el monitoreo de la producción de energías sucias.
En una conferencia celebrada la semana pasada en Arabia Saudita, Stephen A. Schwarzman, director ejecutivo de la firma de inversión Blackstone, comentó que la creciente cantidad de inversionistas institucionales que están comprometidos con deshacerse de sus tenencias de empresas de combustibles fósiles estaba haciendo más difícil para los productores de petróleo y gas el financiamiento de la producción.
“Si buscas recaudar dinero para realizar perforaciones, es casi imposible obtenerlo”, mencionó Schwarzman, quien agregó que una escasez energética podría provocar una “convulsión real” en el mundo. Es un sentimiento del que han hecho eco otros ejecutivos en semanas recientes, mientras los precios del petróleo estadounidense llegaban a 85 dólares por barril, la cifra más alta en siete años.
En una entrevista, Jamie Dimon, director ejecutivo de JPMorgan Chase, dijo que el mundo debería hacer la transición a una economía descarbonizada “en este momento”. Sin embargo, advirtió que, aunque se está invirtiendo menos dinero en los combustibles fósiles —lo cual limita el suministro—, es importante que los bancos sigan financiando la producción de energía convencional.
“No te vas a deshacer del consumo de petróleo y gas mañana”, opinó.
Y Laurence D. Fink, director ejecutivo de BlackRock, mencionó que, si la producción de combustibles fósiles se reducía demasiado rápido —antes de que hubiera una cantidad abundante de energía limpia—, se podría provocar un aumento brusco en los precios de la energía que perjudicaría de manera desproporcionada a las economías en vías de desarrollo. “Eso creará un mundo más polarizado y divergente, y las economías emergentes no se pueden dar ese lujo”, dijo en una entrevista.
“Las desinversiones no nos llevarán a un mundo cero neto”, agregó Fink. “Solo están empeorando la situación”.
A pesar de las preocupaciones de los líderes empresariales, todavía hay una gran cantidad de dinero disponible para las empresas de combustibles fósiles. En los seis años que han pasado desde que se firmó el Acuerdo de París, los bancos les han facilitado casi 4 billones de dólares de financiamiento a las empresas de combustibles fósiles, incluidos 459.000 millones de dólares en bonos y préstamos para las empresas de petróleo, gas y carbón, según Bloomberg.
Al mismo tiempo, también es verdad que cada vez hay más fondos de pensiones, fondos universitarios y organizaciones filantrópicas que se están comprometiendo a deshacerse de sus tenencias en la producción de energía sucia. El año pasado, el fondo de pensión del estado de Nueva York, de 226.000 millones de dólares, fue uno de los más grandes que anunciaron planes de desinversión. Ahora, entidades que en conjunto valen unos 40 billones de dólares se han comprometido a deshacerse de sus tenencias en la producción de combustibles fósiles.
Hay pocos indicios de que los compromisos de retirar inversiones de las empresas de combustibles fósiles estén afectando los precios de la energía a corto plazo. Además, con los precios del petróleo al alza de nueva cuenta, podría llegar más inversión.
“El que algunas fundaciones y universidades estén desinvirtiendo no es la razón de que esas empresas no tengan capital”, dijo Raj Shah, presidente de la Fundación Rockefeller, la cual el año pasado se comprometió a retirar su patrimonio de 6000 millones de dólares de los combustibles fósiles.
Shah mencionó que el mercado energético se estaba enturbiando a causa de una confluencia de otros factores. La recuperación repentina de la actividad económica mundial durante el segundo año de la pandemia de COVID-19 produjo un marcado incremento en la demanda de energía. Años de subinversión en la energía convencional mientras los precios eran bajos dejaron a los productores de petróleo y gas con un suministro escaso. Además, las interrupciones en las cadenas de suministro están convulsionando casi todas las industrias, entre ellas el sector energético.
“Siempre hay picos cíclicos y en este momento estamos determinando los precios de la energía”, comentó Shah.
Un representante de Blackstone se rehusó a facilitar el acceso a Schwarzman para una entrevista. Sin embargo, Schwarzman no es el único que ha hecho sonar la alarma por las consecuencias no previstas de que las corporaciones del mundo compartan cada vez más las preocupaciones de ambientales, sociales y de gobernanza, un conjunto amplio de consideraciones que incluye de todo, desde promesas de mejorar las relaciones raciales hasta compromisos de desinvertir en los combustibles fósiles.
El principal analista que cubre las materias primas en Goldman Sachs, Jeff Currie, también advirtió que “la desinversión con base en los criterios ASG agravó un problema de subinversión que ya iba en aumento”, y agregó que creía que los precios de la energía van a seguir al alza hasta que haya abundante energía limpia.
El mes pasado, David Solomon, director ejecutivo de Goldman Sachs, declaró que su firma va a seguir financiando a las empresas de combustibles fósiles, y enfatizó que no hacerlo podría conducir a precios mucho más altos. “Debemos equilibrar una buena política pública con las implicaciones a corto plazo, y por eso le llamamos ‘transición’”, dijo. “Si somos demasiado agresivos en la manera de dirigir el capital hacia el sector privado, eso puede ser más inflacionario”.
Para los simpatizantes del movimiento de desinversión, atribuir los altos precios de la energía a la iniciativa para reducir el financiamiento de los combustibles fósiles es un intento cínico por socavar lo que consideran una parte importante de la solución de la crisis climática.
“Culpar a las desinversiones de los altos precios y la escasez de energía en realidad es una maniobra distractora”, opinó Ben Cushing, director de la campaña Fossil Free Finance de Sierra Club. “La realidad es que el petróleo y el gas son materias primas mundiales y volátiles, y existen en un mercado global que está en un cambio constante por muchas razones distintas”.
Henry Fernandez, director ejecutivo de MSCI, una empresa de servicios financieros que ofrece productos ASG, señaló que las firmas financieras estaban culpando a las preocupaciones ambientales y sociales de los altos precios de la energía para justificar el desempeño deficiente.
“Los gestores de activos están bajo presión para no respaldar las inversiones en el petróleo y el gas, y saben que esa transición es difícil, conlleva riesgos y que podrían tener bajos desempeños”, afirmó. “Por eso culpan a los criterios ASG, para darse un respiro. Eso no es lo que necesita el mundo”.
Y, a pesar de todo, la producción de combustibles fósiles seguirá con nosotros en los años por venir y los altos ejecutivos de la banca mantienen con firmeza que lo mejor para el mundo es que las principales firmas financieras sigan apoyándola. Según ellos, sin la inversión de los grandes inversionistas institucionales, muchas empresas de combustibles fósiles podrían volverse privadas, lo cual daría pie a menos transparencia y responsabilidad, y es probable que a una mayor cantidad de emisiones.
“No podemos tener edictos simplistas del tipo ‘No más combustibles fósiles’. Simplemente no es práctico”, comentó Bill Winters, director ejecutivo de Standard Chartered, en una entrevista con Bloomberg Television realizada el mes pasado. “Tendremos que depender de los combustibles fósiles los próximos 15 o 20 años, a menos que haya un descubrimiento tecnológico milagroso”.
Dimon indicó que era necesaria una mayor coordinación para manejar la transición mundial de una economía muy dependiente del carbono a una en la que abunde la energía limpia.
“Hay muchas formas de reducir el CO2, pero hay que hacerlo con inteligencia”, opinó Dimon. “Los bancos deben hacer su parte. Además, necesitamos una política gubernamental meditada”.
Fink de BlackRock hizo eco de la propuesta de una estrategia más deliberada para la transición energética en el mundo, incluidos esfuerzos para garantizar que los países en vías de desarrollo tengan acceso a fuentes más limpias de energía y se vuelvan menos dependientes de la quema de carbón para obtener energía.
“Debemos crear un plan realista para trazar un camino hacia la descarbonización”, mencionó. “No hay suficiente planeación a largo plazo para lograrlo”.
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