Tendencias de inversión en Colombia: ¿qué esperar en energía y transporte?
Actualidad economica y sectorial31-10-2024
En los últimos años, buscando contrarrestar los efectos de la pospandemia, las condiciones macroeconómicas, los elevados niveles de deuda soberana y la reducción de los ingresos fiscales, varios países de Latinoamérica han tomado medidas concretas para fortalecer su competitividad, fomentar el desarrollo y mejorar la asignación de fondos destinados a la infraestructura.
En cuanto a la brecha de infraestructura que caracteriza la región, podemos afirmar que el aumento de la inflación y las diversas restricciones presupuestarias actúan como factores limitantes en la autonomía de la esfera pública, lo que, a su vez, abre una oportunidad de mayor colaboración e innovación privada en proyectos de infraestructura y energía.
Se estima que América Latina necesita, anualmente, USD150.000 millones para invertir en el sector. No obstante, el valor actual promedia solo el 3 % del PIB, muy por debajo del 4 % al 8 % recomendado para alcanzar el crecimiento sostenible. Por ello, consideramos que el sector privado juega un papel clave al colaborar con los gobiernos y asegurar proyectos que sean rentables y, al mismo tiempo, promuevan el desarrollo económico.
Pasando a un análisis más específico, algunos países ya están ejecutando sus respectivas estrategias de desarrollo. Perú, ofrece incentivos para ejecutar la expansión de su red ferroviaria y portuaria, con una gran apuesta a la conectividad. Chile, moderniza sus puertos para atender las demandas logísticas del comercio internacional. México, marcado por un contexto peculiar debido al fenómeno del nearshoring, promueve el avance de su infraestructura ferroviaria y energética.
En cuanto a Colombia, su foco en los últimos años ha sido facilitar el comercio y reducir costos en el transporte. Sin embargo, pese a su ubicación estratégica, sus abundantes recursos naturales y un marco regulatorio atractivo para la inversión privada, enfrenta una desaceleración económica acentuada por altas tasas de interés e incertidumbre política.
A pesar de estos retos, hay un panorama optimista para el sector privado. Si se fomenta la creación de asociaciones sinérgicas que combinen la eficiencia de las empresas con la financiación pública, el desarrollo de la infraestructura impulsará la recuperación económica, contribuyendo al crecimiento sostenible de la región.
Para proporcionar una perspectiva estratégica y certera sobre el clima de inversión internacional en Colombia, particularmente en los sectores de energía renovable, movilidad y transporte, desde GRI Club Infra, el mayor ecosistema de ejecutivos C-level y autoridades de infraestructura y energía en América Latina, consultamos a tres referentes en sus respectivos sectores. Esto nos compartieron:
Visión de Ramiro López-Ghio, representante del BID en Colombia
Ramiro López-Ghio | Representante del Banco Interamericano de Desarrollo en Colombia
Sobre el panorama de la energía renovable en el país, Ramiro López-Ghio comentó que “Colombia ocupa una posición privilegiada en América Latina gracias a su abundancia de recursos naturales. Desde una perspectiva macroeconómica, el panorama de las energías renovables no convencionales (ERNC) es alentador”.
El país ha logrado importantes avances en los últimos años, en parte gracias a un paquete de incentivos fiscales que incluye exenciones de impuestos sobre la renta, el IVA y aranceles para la importación de equipos relacionados con energías limpias. Además, destacó los esfuerzos del gobierno para impulsar la emisión de bonos de transición energética, lo que permitiría a los nuevos proyectos monetizar de forma más efectiva los beneficios tributarios ya otorgados.
“Un claro reflejo de este avance es el aumento del país para una capacidad de 1,8 GW en plantas de ERNC en agosto de este año. De hecho, BID Invest ha financiado seis parques de generación solar, con una capacidad instalada combinada de aproximadamente 534 MWp, incluyendo los proyectos Llanos 1, 2 y 3, Puerto Gaitán (Meta), La Mata, La Unión y Shangri-La. A pesar de estos avances, Colombia necesita acelerar la expansión de su capacidad en ERNC para aumentar su participación actual (8,4 %) en la matriz energética y alcanzar la meta establecida en el Plan Energético 2020 – 2050 de la UPME, que es de 25 %”, comentó Ramiro López-Ghio.
Sobre los desafíos del sector, uno de los principales señalados es la necesidad de avanzar en la facilitación de los procesos de licenciamiento ambiental y de consultas previas con las comunidades.
Además, se destacó la importancia de promover contratos de venta de energía a largo plazo para garantizar la viabilidad financiera de los proyectos y asegurar que se invierta en la ampliación de la capacidad del sistema de transmisión, así como en el desarrollo de la capacidad de almacenamiento para garantizar que la energía generada pueda ser distribuida de manera eficiente y sostenible.
El representante del BID, comentó que la expansión de la red de transmisión eléctrica en Colombia se gestiona a través de convocatorias realizadas por la UPME, las cuales garantizan a los inversionistas un flujo de pagos a largo plazo, lo que incrementa las probabilidades de que estas inversiones provengan del sector privado. Igualmente, el país cuenta con un marco regulatorio sólido que facilita la atracción de inversión privada para el desarrollo de infraestructura eléctrica.
Esto ha motivado la participación de más empresas en proyectos de generación, distribución y transmisión de energía. Según la Asociación de Energías Renovables, Ser Colombia, en 2023 había en ejecución 80 proyectos de energía renovable no convencional, los cuales agregaron 3.330 MW a la capacidad instalada del país, con la participación de 24 empresas, muchas de ellas, nuevas en el mercado eléctrico.
No obstante, “uno de los principales retos para los inversionistas sigue siendo la agilidad en la obtención de licencias ambientales, así como la implementación de un enfoque inclusivo que contemple las necesidades de las comunidades en zonas remotas, donde existe gran potencial para desarrollar proyectos de energía eólica y solar”, puntualizó el ejecutivo.
Finalmente, López-Ghio concluyó que Colombia tiene una gran oportunidad para liderar la transición energética en América Latina, pero esto dependerá del abordaje del país de los desafíos señalados, así como de la continuidad de incentivos atractivos y un entorno regulatorio claro y predecible.
Opinión de Andrés Jaramillo Botero, CEO de VGMobility
Andrés Jaramillo Botero | CEO de VGMobility
En su análisis sobre el proceso de electrificación de la movilidad en el país, Andrés Jaramillo Botero, subrayó que la regulación y la voluntad política han estado caminando a favor del sector.
Puso como ejemplo a Bogotá, que actualmente posee una de las flotas de buses eléctricos más grandes fuera de China, un logro que ha tenido un impacto positivo directo en la calidad del aire en la región. Este avance se atribuye, en gran parte, a la colaboración entre el Gobierno nacional y los gobiernos locales, que han priorizado proyectos de descarbonización.
Por otro lado, observó que uno de los mayores desafíos del sector es la falta de infraestructura de carga.
“Muchos países salieron a establecer metas muy importantes relacionadas con lo que deberían ser las ventas de vehículos eléctricos en un horizonte de 5 a 10 años, pero no pensaron en los retos y obligaciones que esto tenía y eso era como se iban a cargar los vehículos, si existía suficiente energía en la red, si las subestaciones iban a poder con este aumento de consumo y si tendríamos dónde poner toda la infraestructura de carga necesaria para cumplir con las metas establecidas en lo que tiene que ver con la movilidad eléctrica”, comentó Jaramillo.
Según el CEO de VGMobility, como esta infraestructura no estaba lista, los países empezaron a cambiar sus metas de descarbonización y sus planes de electrificación de flota de tal manera que se pudiera trabajar al mismo ritmo para poder estar alineados entre los vehículos eléctricos y la infraestructura de carga y en esto Colombia no es la excepción.
“Para poder tener una movilidad limpia y eficiente, necesitamos infraestructura de carga, tema que han manejado muy bien las empresas de transporte público de pasajeros como Transmilenio”, destacó.
Jaramillo señaló que la tasa de venta de vehículos eléctricos en el país creció 20 % en el último año, aunque atribuye este crecimiento a intereses paralelos, como la exención del pico y placa, y no un enfoque verdadero en la descarbonización. También observa que las empresas de logística y distribución comienzan a explorar la movilidad eléctrica para la última milla, aunque todavía existen pocas opciones disponibles.
Con respecto a la proyección sobre la electrificación de flotas comerciales, aunque se han logrado avances significativos en la tecnología de baterías y la autonomía de los vehículos, el verdadero reto no radica en los automóviles, sino en la infraestructura de carga. A pesar de las políticas fiscales actuales que facilitan la importación de vehículos eléctricos mediante incentivos como la exención de IVA y aranceles, estos beneficios por sí solos no son suficientes para impulsar la adopción masiva.
Según Jaramillo Botero, “en general, vale la pena invertir en proyectos de energía renovable en Colombia, principalmente si se logra superar la etapa de licenciamiento de proyectos que visen mejorar la oferta de carga. Lo que, a mi entender, no vale la pena, es producir vehículos eléctricos en el país, siendo que tenemos a México y Brasil con volúmenes y precios más competitivos”.
El ejecutivo concluyó que, si bien Colombia tiene desafíos por delante, el sector de movilidad eléctrica sigue siendo una excelente opción para el inversionista internacional.
Análisis de Diego Niño, Chief Commercial Officer para Latinoamérica de EGIS
Diego Niño | Chief Commercial Officer para Latinoamérica de EGIS.
Sobre el clima de inversión en el país, Diego Niño comentó que es el mismo con controversias contractuales y de gestión en los últimos años. Colombia ha sido y sigue siendo un país atractivo para la inversión extranjera.
Según Niño, "enfrentamos una fuerte competencia de países como México y Perú, cuyas ubicaciones estratégicas para el desarrollo industrial, cercanas a Estados Unidos, y la estabilidad de sectores como la minería, han sido factores clave para atraer grandes inversiones y acuerdos de gobierno a gobierno. Estas naciones han logrado posicionarse como destinos preferidos, mientras sus sectores de construcción y consultoría están ansiosos por ejecutar nuevos proyectos”.
El ejecutivo de EGIS apuntó que el interés del gobierno colombiano en impulsar el plan de resurgimiento del transporte ferroviario, como el Tren del Pacífico, junto con el desarrollo del transporte fluvial, ejemplificado en la navegabilidad del río Meta, y la concreción de grandes proyectos del pasado, como el aeropuerto de San Andrés o la concesión Villeta-Guaduas, mantiene al gremio de la construcción a la expectativa de otras oportunidades.
También resaltó el potencial atractivo de proyectos que contemplen la multimodalidad, integrando ferrovías, carreteras y vías fluviales, ya que el ahorro en costos logísticos podría llegar a 25 % o más, sin mencionar la drástica reducción de externalidades de cuño ambiental. En contrapartida, identificó algunos desafíos a ser superados para la disminución del déficit.
"Es crucial aumentar el número de APP, especialmente aquellas de iniciativa privada, y optimizar los tiempos de evaluación de proyectos que llegan al ministerio en busca de aprobaciones técnicas o económicas. Además, es fundamental consolidar la capacidad técnica de las instituciones que lideran estos proyectos y estructurar licitaciones que resulten atractivas tanto para el mercado nacional como internacional", comentó el Chief Commercial Officer de EGIS.
El financiamiento de estos proyectos sigue siendo un reto importante, especialmente en un contexto de restricciones fiscales. En ese sentido, es esencial buscar nuevas fuentes, como iniciativas relacionadas con sostenibilidad o compensación ambiental, que podrían ofrecer soluciones innovadoras en el corto y mediano plazo.
También se destacó la importancia de la conexión entre ciudades intermedias y la capital, una “deuda pendiente” que debe resolverse a corto y mediano plazo. Aunque los programas 3G, 4G y 5G han mejorado la infraestructura vial al conectar ciudades primarias y secundarias, esto aún no es suficiente para la competitividad del país, especialmente ante la potencial competencia de proyectos en la región, como el puerto de Chancay en Perú. En ese sentido, la infraestructura ferroviaria es clave.
Para Diego Niño, "los proyectos ferroviarios son esenciales tanto para el transporte de pasajeros como de carga, incluyendo los de uso mixto, con el objetivo de reducir las brechas de inequidad social y económica, y fomentar nuevas inversiones en desarrollo urbano, planificación territorial, agroindustria y centros logísticos e industriales. Además, su impacto en la creación de empleo y el impulso de nuevas actividades económicas es significativo, especialmente en torno a la fabricación de material rodante, sistemas ferroviarios, repuestos, construcción y operación y mantenimiento”.
Para él las regiones más atractivas para invertir son la conexión del Pacífico con La Dorada, los alrededores de Bogotá, la zona del Tolima Grande y la conexión de Antioquia con Apartadó. Estas áreas tienen un gran potencial de crecimiento y desarrollo. “En este contexto, es especialmente relevante destacar la recomendación de continuar con la inversión en el Túnel del Toyo, que será un componente clave para conectar el corredor logístico entre Medellín y Puerto Antioquia, y cuya operación está prevista para finales de 2025”, finalizó el CCO.
Podemos concluir que, a pesar de los incentivos fiscales y el potencial de avistado por el sector privado, otras barreras persisten para la inversión internacional. El éxito de Colombia dependerá de su capacidad para agilizar la ejecución de proyectos clave, cerrar la brecha tecnológica en infraestructuras críticas, y fomentar un entorno regulatorio más estable y predecible. Solo así podrá capitalizar plenamente su ventaja estratégica y seguir siendo competitiva en un escenario global cada vez más demandante.
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