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Energía América Latina 2040: el reto de abastecerse de manera eficiente, innovadora y sostenible

Tendencias02-08-2016

Por Juan Camilo Dauder Sánchez
Analista Líder de Petróleo y Energía / Investigaciones Económicas en Renta Variable / Valores Bancolombia

Energía América Latina 2040: el reto de abastecerse de manera eficiente, innovadora y sostenible

Las disrupciones tecnológicas de hoy auguran el inicio de la cuarta revolución industrial, un fenómeno que incluye desarrollos en diferentes temas.

Desde tiempos ancestrales la energía en sus diferentes formas y manifestaciones ha jugado un rol predominante en el desarrollo de las actividades humanas. Acciones cotidianas simples como cocinar los alimentos y transportarse, o tan complejas como alumbrar los hogares y abastecer el parque industrial en una ciudad, requieren del uso de diversas formas de energía y en muchas ocasiones a escalas y magnitudes prominentes.

Las disrupciones tecnológicas de hoy auguran el inicio de la cuarta revolución industrial, un fenómeno que incluye desarrollos en materia de: inteligencia artificial, robótica, el internet de las cosas, vehículos autónomos, impresión 3D, nanotecnología, biotecnología, la ciencia de materiales, el almacenamiento de energía y la computación cuántica. En este entorno, tal y como resaltó el World Economic Forum el pasado enero en Davos (Suiza), la energía continúa jugando un rol estratégico y se constituye como un pilar fundamental para el sustento del desarrollo futuro de la sociedad.

América Latina, como una de las regiones con mayores avances económicos y sociales en la última década, se enfrenta en este contexto al gran reto de poder garantizar su abastecimiento energético para continuar avanzando. Tal labor implica no solo alcanzar un crecimiento de proporciones materiales en su capacidad de generación, sino también consolidarlo de una manera más eficiente, innovadora y sostenible.

Las dimensiones del reto 

Según el BID (Banco Interamericano de Desarrollo) en su informe: ¿Luces Encendidas? Necesidades de Energía en América Latina y el Caribe al 2040, si la región no alcanza una reducción de cerca de 17% en su intensidad energética se requeriría ampliar la oferta de energía en un 91% (+1.500 Twh). Lo anterior demandaría ampliar la capacidad instalada de generación regional en alrededor de 252.000 MW, o sea el equivalente a 18 nuevos proyectos de la magnitud de ITAIPÚ binacional (14,000 MW), el proyecto hidroeléctrico más grande de América Latina, ubicado en la frontera de Paraguay y Brasil. Según el BID incluso en el escenario en que se alcanza la eficiencia mencionada (17%), los requerimientos energéticos demandarían un crecimiento de 80% en la oferta, lo que sería -desde cualquier mirada- un reto colosal.

En materia social, América Latina tiene además la necesidad de conectar cerca de 34 millones de personas que no tienen acceso a la energía eléctrica. Para lograr esto la región requiere, además de incrementar su capacidad de generación e interconexión, modernizar su sistema eléctrico con una mayor exposición a tecnologías renovables y sustentar su confiabilidad mediante el uso de nuevas tecnologías.

Pero además, se requerirá desarrollar todas estas actividades dentro de una visión de crecimiento social y ambiental que sea sostenible, tal como lo demandan los mandatos democráticos, la ética corporativa y los nuevos compromisos y retos ambientales.

Todo esto mientras las evidencias del cambio climático y la huella de las actividades humanas en el planeta se hacen cada vez más evidentes, tal como se reconoció en el Acuerdo de París sobre el cambio climático, en el que más de 165 países adquirieron compromisos de reducción de emisiones de CO2.

Energías renovables y otras innovaciones tecnológicas, los aliados en esta labor 

Para alcanzar los retos antes mencionados la región cuenta con un especial aliado en las nuevas tecnologías. Como consecuencia de innovaciones trascendentales, las tecnologías de generación renovable han podido reducir materialmente su costo y aumentar su eficiencia.

Según el informe “Study on the development of the renewable energy market in Latin America and the Caribbean”, también adelantado por el BID, la generación renovable en la medida en que ha reducido su precio, ha comenzado a implementarse.

De acuerdo con el informe, desde 2009 se han invertido en el mundo cerca de USD1,1 trillones en energías renovables tradicionales (solar, eólica, biomasa, mareomotriz). Estas inversiones han permitido que la generación solar fotovoltaica (SPV) haya crecido 69%, la eólica 25% y la de biomasa 12%. Según consensos técnicos, estos ritmos de crecimiento son rápidos pero todavía insuficientes, de cara a los retos ambientales y técnicos existentes.

Lo cierto es que las reducciones en costos son materiales y parecen tener espacio para seguir profundizándose. El caso de la SPV es tal vez el más diciente, puesto que esta puede producirse en este momento a ¼ del costo por kwh (-75%) de lo que se producía hasta hace unos años. Entre tanto la tecnología eólica de bajo costo y otras soluciones offgrid (generación autónoma, redes regionales y microredes) estarían cerca de poder ser usados de forma masiva.

En el mismo sentido, el reciente informe de perspectivas energéticas de BNEF (Bloomberg New Energy Finance) destaca que las tecnologías renovables se han consolidado como la mejor solución energética de la actualidad, a pesar de la fuerte caída que han registrado los precios de algunas energías fósiles como el carbón y el gas natural.

De acuerdo con BNEF, las inversiones en generación de energía del mundo en los próximos 25 años alcanzarán cerca de 11,4 trillones de dólares, de los cuales cerca de 2/3 se dirigiría hacia alternativas renovables.

Respecto al caso particular de la SPV (generación solar fotovoltaica), Bloomberg destaca que esta se ha consolidado como la energía renovable más económica y, en consecuencia, se espera que sea la que lidere el crecimiento en los años por venir. El informe brinda relevancia a iniciativas de SPV en países como China, con anuncios de desarrollos por 18,1GW desde este año, pero también a grandes alcances en el África subsahariana, a los que se hará referencia posteriormente.

Además de los grandes adelantos en temas de generación, también se anticipa que las tecnologías de almacenamiento de energía estarán próximamente disponibles. Esta tecnología incrementaría el abastecimiento energético offgrid y supone un gran reto y oportunidad para las grandes compañías transmisoras y distribuidoras. Sobre esta tecnología se está apalancando el desarrollo de vehículos eléctricos y podrían derivarse muchos otros desarrollos más.

Consciente del aporte de las nuevas tecnologías y de su rol en la consolidación de una matriz más costo-eficiente y limpia en línea con las tendencias globales, el nuevo plan de expansión de la Unidad de Planeación Minero Energética (UPME) promueve el desarrollo de generación basada en energías renovables. En este sentido el plan realiza el análisis de interconexión de un parque eólico en el Caribe y de las conexiones de las pequeñas centrales hídricas que se desarrollarían en Antioquia y Chocó, iniciativas valiosas que apuntan en la dirección correcta.

Sin embargo, estas iniciativas distan todavía en alcance de las experiencias de otros países y dejan un poco de lado el énfasis que merece la energía solar, la cual solo es considerada en la modelación de escenarios de manera transversal, pero no aparece definida en iniciativas concretas como sí se da en el caso de las microcentrales y el parque eólico.

Acción conjunta de empresas y Gobierno 

El colosal reto que implica abastecer las necesidades energéticas de América Latina al 2040 demanda no solo hacer un uso más intensivo de fuentes renovables, sino también lograr que estas lleguen en el momento adecuado y en estándares de primer nivel.

Para lograr lo anterior, se hace necesario que gobiernos y empresas sumen esfuerzos. Una consideración importante al respecto es que una amplia mayoría de los USD1,1 trillones que se han invertido en el mundo en energías renovables desde 2009, ha venido del sector privado y que probablemente también buena parte de los USD11,4 trillones que se anticipan para los próximos 25 años puedan provenir de iniciativa privada. Es notable también el hecho de que esta inversión se haya dado en lugares con adecuadas condiciones de mercado y marcos regulatorios bien definidos.

Para lograr el abastecimiento efectivo de sus requerimientos energéticos el continente requerirá planear, construir, mantener y operar muchas facilidades e infraestructura energética, lo que también implicará que las actividades de la cadena tradicional como generar, transmitir, distribuir, entre otras; seguirán siendo necesarias, incluso más que antes. Por tanto, la industria utility tradicional tiene además de enormes perspectivas de crecimiento la posibilidad de jugar un papel relevante en procesos de innovación técnica que faciliten la satisfacción de las necesidades energéticas regionales. De la mano de los utilities tradicionales, la región puede aprovechar economías de escala, experiencia en estructuración financiera y participación en procesos licitatorios para apalancar sus posibilidades de incursión en proyectos de alto impacto.

De esta forma aprovechar el impulso del sector privado se convierte en una gran herramienta para la consolidación de proyectos de energía en la región, un asunto que como en otros sectores demandará de un alto grado de coordinación entre gobiernos y empresarios.

El sector de energía requiere igualmente de esquemas de contratación, formulación y ejecución de proyectos más ágiles y flexibles. Para este propósito, un esquema similar a las APP de iniciativa privada en infraestructura vial, en el cual compañías privadas puedan contratar con el Estado y sugerir proyectos y mejoras por iniciativa propia de manera proactiva, podría ser un valioso catalizador para desarrollo la infraestructura energética regional.

Afortunadamente, en la región se han venido abriendo espacios para esta coordinación. Ejemplos como el de la reciente reforma energética en México y el giro político de Argentina hacia una postura más amigable con el mercado y los inversionistas ofrecen importantes oportunidades para los próximos años.

Importante será también tener presentes casos exitosos a nivel global. Al respecto África está brindando grandes ejemplos en lo que concierne a la SPV. Quizá el caso más relevante que se ha tenido recientemente es el de Zambia, un país sin salida al mar ubicado en el centro-sur del continente africano que logró subastar 100 MW de SPV con el menor valor por kwh que se haya obtenido en subasta alguna al fijarse en USD 6,02 centavos por kwh.

La subasta de Zambia fue conducida en medio de un programa conocido como “Escalamiento Solar”, apoyado por el gobierno del país y el Banco Mundial, en el que se busca introducir y expandir el uso de la tecnología solar por medio de subastas competitivas. Además del sonoro resultado, lo exitoso del caso de esta nación africana radica en que:

  • Con la acción del Gobierno y el soporte de un organismo multilateral pudieron disiparse los riesgos que impedía la financiación.
  • Se estandarizaron los contratos de energía evitando el proceso de negociación de cantidades en las transacciones.

Pero quizás lo más importante del logro de Zambia es que es inspirador, ya que otros dos países africanos, Senegal y Madagascar, que también participan en el programa del Banco Mundial, podrían impulsar el desarrollo de 850 MW de capacidad de generación mediante SPV con inversiones por cerca de USD 1 billón en el mediano y largo plazo.

Conclusiones

  • No hay necesidad de ir más allá de la región. El potencial y las necesidades por resolver en América Latina en materia energética son enormes. La necesidad de abrirse al mundo se da, más que por buscar un potencial de desarrollo, por la posibilidad que ello brinda para aprender de soluciones innovadoras y de las mejores prácticas.
  • Para satisfacer el gran reto que implica el abastecimiento energético regional al 2040 se requiere de una interacción efectiva entre los gobiernos y el sector privado, en la que con base en reglas claras, regulación efectiva y condiciones que estimulen la inversión, puedan lograrse sinergias. El papel de los grandes utilities es fundamental, pero la interacción entre gobiernos y sector privado debe ir más allá de los mecanismos tradicionales de adjudicación y permitir soluciones más flexibles. Casos como el de Zambia y otros países africanos ofrecen valiosos referentes y posibilidades de adaptación a las particularidades latinoamericanas.
  • Finalmente, el reto para la región va más allá de crecer su capacidad instalada en regulación, se requiere de una matriz energética más eficiente y limpia a la que será muy difícil llegar si no se estimulan los desarrollos basados en energías renovables.

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