Los robots nos ahorran tiempo, ¿pero nos hacen más felices?

Harvard Business School Publishing Corp.25-11-2020

Al 2019, más de 14 millones de estadounidenses poseían una aspiradora robótica. Las cortadoras de césped robóticas cuidan nuestros patios, maletas robóticas nos siguen por el aeropuerto y máquinas de cocción inteligentes preparan ingredientes y ejecutan recetas completas. Algunos productos autónomos incluso juegan con nuestras mascotas y >limpian sus espacios. Estas herramientas están diseñadas para mejorar la vida de las personas, liberándolas de los quehaceres y haciéndolas más felices como resultado. Sin embargo, aunque algunas lo logran, otras no. ¿Cómo pueden los líderes empresariales asegurarse de que sus empresas estén desarrollando productos que las personas realmente se sientan bien al usar?

Como psicólogos especializados en los consumidores, hemos acumulado una gran cantidad de evidencia que indica que gastar dinero en externalizar tareas que nos disgustan puede mejorar la felicidad, reducir el estrés y mejorar nuestras relaciones románticas (incluso durante la pandemia). La tendencia de externalizarle tareas a las máquinas se está acelerando ahora que muchos servicios en persona son imposibles debido a los requisitos de distanciamiento social. Por ello, hemos cambiado nuestro enfoque hacia una mejor comprensión de cómo los productos autónomos mejoran (o no) la felicidad del consumidor.

En una investigación reciente realizada con más de 5,000 encuestados en todo el mundo, nuestro equipo descubrió que los consumidores que poseían productos autónomos reportaron mayor felicidad y menos estrés que aquellos que no lo hicieron, pero con dos advertencias importantes:

• — LOS CONSUMIDORES SE SIENTEN CULPABLES SI SUS PRODUCTOS PARECEN DEMASIADO HUMANOS: Los consumidores a los que estudiamos reportaron niveles significativamente más bajos de felicidad cuando sus productos les recordaban a los humanos. Cuando los productos autónomos tenían cualidades "parecidas a las de una persona", como voces o rostros similares a los humanos, o cuando los consumidores nombraron sus productos en honor a personas reales, se sintieron menos cómodos al hacer que estos productos hicieran su trabajo sucio. Algunos incluso describieron sentirse "culpables" por usar estos productos.
   
• — A LOS CONSUMIDORES LES PREOCUPA QUE UTILIZAR PRODUCTOS AUTÓNOMOS LOS HAGA PARECER PEREZOSOS: Nuestra investigación también encontró que la felicidad se ve obstaculizada si el uso de productos autónomos se percibe como una señal de pereza. En muchas culturas, estar ocupado es visto como símbolo de estatus. Quizá como resultado de este sesgo cultural, descubrimos que las personas juzgaban a los propietarios de productos autónomos como más bajas en estatus social, más perezosas y menos exitosas (y les preocupaba que fueran juzgadas de manera similar si usaran estos productos).
  ¿Qué deberían hacer los desarrolladores de productos autónomos? En general, nuestra investigación apunta a algunas estrategias concretas para las empresas que buscan maximizar la satisfacción del consumidor:

1. Las comunicaciones de marketing deberían centrarse en recordarle a los consumidores que los productos autónomos pueden ahorrarles tiempo, que luego ellos pueden dedicar a actividades importantes.
2. Las empresas deben limitar las características humanas y deberían considerar darles nombres no humanos a sus productos autónomos.
3. Las compañías deberían considerar alentar a los consumidores a disfrutar de estos productos en secreto (en lugar de decirles a los demás que un robot limpia el espacio de su mascota). El consumo discreto es la mejor apuesta para maximizar la alegría y minimizar la vergüenza al usar productos autónomos.

La pandemia hizo que la gestión del tiempo fuera más desafiante. Todos necesitamos más apoyo que nunca para las tareas cotidianas. Los productos autónomos pueden llenar ese vacío, pero sólo si las empresas construyen y comercializan estas herramientas de forma que las personas se sientan bien al usarlas.
      

c.2020 Harvard Business School Publishing Corp. Distribuido por The New York Times Licensing Group

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