Trabajar para beneficio de la sociedad, no solo de las empresas
Especiales13-04-2022
A veces es mejor no conocer los obstáculos que existen al crear algo nuevo.
Sin duda, eso es lo que le ocurrió a Andrew Kassoy, quien, junto con Jay Coen Gilbert y Bart Houlahan, dos amigos y compañeros de habitación de la Universidad de Stanford, quería motivar a las empresas a centrarse en sus empleados y en el medioambiente. En 2006, renunciaron a su trabajo y crearon B Lab, una entidad que certifica a las empresas que operan por el bien social, además de intentar ganar dinero. Piensen en los criterios de Comercio Justo para los alimentos o en la Certificación LEED para los edificios de diseño ambiental y sustentable.
Las empresas certificadas (denominadas B Corps) son negocios con resultados sociales y medioambientales verificados, lo cual incluye factores como la sustentabilidad, la desigualdad de ingresos y el impacto en las comunidades locales. En esencia, son empresas que se sirven de los negocios para ser una fuerza del bien, en lugar de solo centrarse en maximizar sus beneficios. Algunas de las empresas certificadas son Patagonia, Eileen Fisher y Danone Norteamérica; en total, hay más de 3000 empresas certificadas como B Corps en 71 países, según comentó Kassoy.
Kassoy y sus amigos no habían previsto que el éxito de sus esfuerzos dependería también de convencer a las legislaturas estatales, así como a los países extranjeros, de modificar sus leyes corporativas. Sin embargo, gracias al trabajo de campo, la persistencia y la ayuda de algunos abogados externos, los tres lograron poco a poco un cambio legal en 37 estados, incluido Delaware, donde se han constituido más de dos tercios de las empresas que aparecen en la lista Fortune 500 y el 80 por ciento de las empresas públicas, según las estadísticas del estado.
El trabajo de Kassoy presagió un tema que en el último año han adoptado líderes empresariales como Laurence D. Fink, de BlackRock Inc., así como los directores ejecutivos de la organización sin fines de lucro Business Roundtable, que están instando a las empresas a rendir cuentas en áreas como el trato a los empleados y el impacto en el medioambiente, además de los beneficios para los accionistas.
Kassoy, que subrayó que los tres hombres crearon y siguen dirigiendo B Lab por igual, habló de cómo la organización sigue trabajando para transformar los mercados de capital en todo el mundo.
La siguiente conversación se editó y condensó.
P: ¿Qué te gustaría que la gente supiera sobre tu trabajo?
- R: Creamos B Lab porque pensamos que tenía que haber una mejor manera de dirigir la economía. A lo largo de la historia, el capitalismo se ha basado en el emprendimiento y en el capital necesario para el crecimiento de la empresa. Lo que tratamos de hacer es crear una economía en la que el capital y el emprendimiento converjan no solo para beneficiar a unos cuantos accionistas, sino para beneficiar a la sociedad en su conjunto. Nuestro objetivo es que todas las empresas generen valor para todas las partes involucradas —como los trabajadores de la empresa y los miembros de la comunidad— y no solo para los accionistas.
P: ¿De niño, qué pensabas que serías?
- R: Cuando estaba en cuarto o quinto grado, quería ser un funcionario electo o un político. Mi abuelo Ruby, a quien estimaba mucho, leía The New York Times todos los días de cabo a rabo y me hacía participar en conversaciones sobre política y justicia social desde que yo era muy pequeño. Asumí que la mejor manera de marcar la diferencia era contender por un cargo público.
P: ¿Quién o qué te inspiró a dedicarte a tu campo?
- R: Ha habido una serie de relaciones y mentores que me han guiado, incluidos mis padres y mis abuelos. En la universidad, pasé una temporada trabajando en la reserva de Pine Ridge, en Dakota del Sur, y el anciano Basil Brave Heart fue un guía espiritual y moral.
Pero fue el excongresista David Skaggs quien en verdad me puso en el camino correcto. Después de hacer prácticas en su oficina, le pregunté si podía volver a trabajar para él después de la universidad. Me dijo: “Quizá, pero creo que todavía no”. En cambio, me dijo que saliera al mundo e hiciera algo, que viera la realidad de nuestra economía. Aunque en aquel momento no tenía experiencia en los mercados de capitales, sus palabras me orientaron a ese camino y me alejaron de las políticas públicas. Además, me di cuenta de que podía lograr el cambio sin ser un político.
P: ¿Dónde encuentras fuentes de creatividad?
- R: Este no es un campo creativo, no es como la tecnología, el arte o la música, pero creo que se requiere mucha creatividad para inventar cómo debe ser una economía. Sin embargo, no soy ningún genio loco que imagina cosas y quiere hacerlas realidad.
Más bien, me parece que la creatividad llega a través de las relaciones y la comunidad, y a través del diálogo para encontrar el diseño adecuado.
P: ¿Qué obstáculos necesitas superar?
- R: Nos enfrentamos a un enorme reto en el sentido de que, durante los últimos 400 años, el sistema económico se ha construido con base en la extracción ilimitada. Hemos tratado a la gente como un insumo económico más, en lugar de como seres humanos.
Jay y Bart tuvieron la experiencia de construir un negocio que se preocupaba por sus empleados, mientras que yo estaba en Wall Street trabajando con capital privado, en el vientre de la bestia. Me encantaba el trabajo, pero vi que el sector se había transformado para centrarse en la rapidez con la que se podía apalancar algo y venderlo, con muy poco interés en el negocio subyacente o en los seres humanos involucrados. Cuando los tres hablamos de los problemas que veíamos, pensamos que tenía que haber una mejor manera de dirigir el capitalismo para beneficiar a la sociedad y no solo a unos cuantos accionistas.
P: ¿Cómo defines el éxito?
- R: A medida que fui ascendiendo en el sector del capital de riesgo, las recompensas financieras nunca me parecieron un éxito. Y al final eso hizo que fuera difícil permanecer en el sector.
En cambio, en mi trabajo en B Lab, el éxito es cualquier indicio de progreso hacia una economía incluyente y regenerativa que sea significativa y duradera. Y tras 13 años de trabajo, hay indicios reales de éxito: nuevas leyes que permiten a las empresas operar como si las personas y el planeta importaran tanto como los beneficios, y movimientos de grupos como el de Business Roundtable en agosto. Pero todavía tenemos que decirles a los líderes empresariales que ellos tienen que hacer el cambio realidad.
En mi vida personal, el éxito se define sobre todo por las relaciones que me aportan alegría a mí y a otras personas.
P: ¿Cuáles son tus desafíos?
- R: Todavía tenemos que abordar la primacía de los accionistas como una mentalidad y un impedimento legal. También estamos preguntando a los gobiernos qué más pueden hacer y tratando de formar una coalición más amplia de organizaciones para abordar esta cuestión. Además, estamos trabajando con empresas multinacionales para animarlas a convertirse en B Corps, ya que cuentan con la capacidad para magnificar el mensaje y son muy importantes para nuestro trabajo.
También somos conscientes de que, mientras intentamos construir una economía más incluyente, para hacerlo necesitamos una comunidad más incluyente en las empresas. Es un cambio que llevará algún tiempo, pero del que tenemos que ser parte.
P: ¿Cómo interactúa la tecnología con tu profesión?
- R: La tecnología está teniendo un enorme impacto en los negocios. Ya sea por la automatización, la subcontratación o el crecimiento de la economía colaborativa, o por cuestiones como la privacidad y la propiedad de datos; la tecnología está cambiando de manera radical la naturaleza del trabajo. Y estas son cuestiones en las que hay que pensar si las empresas quieren tener un impacto positivo en nuestra economía.
En B Lab, abordamos el impacto de la tecnología en nuestras normas, que actualizamos cada tres años. Hace poco, cambiamos nuestras definiciones en relación con las personas que apoyan a una empresa. Antes los llamábamos empleados, pero ahora nos referimos a ellos como trabajadores porque un gran porcentaje de ellos no son empleados directos de la empresa. Al preguntar solo por los empleados, estamos pasando por alto a un gran porcentaje de la mano de obra, incluidos los contratistas y los que trabajan en la cadena de suministro. Tenemos que asegurarnos de preguntar por aquellos que pueden estar en los márgenes: los trabajadores vulnerables de la economía.
Foto:
- Andrew Kassoy, cofundador de B Lab, en Nueva York, el 7 de octubre de 2019. (Calla Kessler/The New York Times)
- Andrew Kassoy, cofundador de B Lab, en su oficina en Nueva York, el 7 de octubre de 2019. (Calla Kessler/The New York Times)
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